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El seno Infinito I Cantos al Divino Luminoso


 

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El Seno Infinito I Cantos al Divino Lumi
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El Seno Infinito:



I




Cantos al Divino Luminoso








 




A la memoria, sobre todo, de José Lezama Lima, por Paradiso y su deslumbrante secuela, Oppiano Licario, piedra de toque de este extenso “derrame interestelar”.


OUROBOROS

I


“La Maga" se fue a viajar sobre una de las legendarias alfombras

que desde cuándo la acompañaban, sobre las que se desplazaba por el

ambiente siguiendo las órdenes de un sutil encuentro consigo misma:

Espacios siderales, y no

un solo espacio... mas siempre el mismo. Hecatombe del ser.

Catástrofe.


Pero qué bueno

esto

de estar

en un aura magnetizada en el instante

como en un

"por hoy ya no hay tarea --la tarea ya estuvo y

nos fuimos a la playa("And they all went to the beach.")

No quedaba más que... quitarse las sandalias sobre aquel puerto soñoliento

abandonado a la luz del espejo solar

en este reino del cielo donde se podía vel[e]ar como arrullados por

un sueño despierto; donde todos los tiempos se hicieron uno y

no importa lo que mi mano hace mientras

i-ma-gi-no... Pero, que no hay palabras,

no las hay. Hay que: esgrimir el cielo que viene a

avisarnos en la ventana, como blasón:

El amantísimo vértigo donde un jardín se alucina, monesianamente

hablándonos el cielo de un Vermeer.


Este estar en el momento que no cesa... Sola la

Beatitud nos colmará...

llenando la tregua del vacío que separa a mi

conciencia de la inmanente presencia:

Naufragio de palabras sobre un astral bosquejo que florea

desde adentro hacia sí mismo: de un estar

Atento, pero ausente...

des-de-ja-mien-to pausado... ¡SATORI

en la ventana iluminada por la

claridad mediterránea de Matisse!

Lo único raro es esta parsimoniosamente pacífica cuajadura del

edulcorante meollo sin rótulo...

Afuera, los ruidos normales de cualquier día.

Adentro, las mismas texturas, actitudes, sólo que

firmemente arraigadas en sí:

molduras del espacio abierto a sí mismo desde adentro

(pero... cuál es el adentro, y cuál es el afuera...).

Le sentiment constant d'un décalage entre parole et être.

(Rezago sin tregua entre palabra y ser...)

Aquí todo está bien, todo es lo mismo, es

Kansas, es la calle Lowell, es

El jardín de Luxemburgo...

Todo se siente igual; la misma sangre en nuestras

venas y un corazón único, palpitante, en el centro de la

Creación

--como alguna vez también una de las tantas

Cubas de mi corazón: Santa María del Mar coronada por sus

pinos una efervescente tarde de fin de temporada y

Comienzo de Terremoto:

Siempre una tarde de domingo...

(Mais c'est déjà l'histoire!...Como decir que, por ahí,

tan sólo iríamos a caer en los triviales chismes de

… ¡la historia!)


Pas de mots, un décalage: (¡Ni hablar!)


Pero... ¿cómo? si el día se anuncia a sí mismo más presto.

Si está centrado en sí como fruta que madura por dentro,

ofreciendo su manjar de viento a nuestro espíritu... al

espíritu reluciente que va nombrándose en pedazos

para al fin inundarnos con fe de gran Sol poniente:


Singular ojo del firmamento que esparce su

red nupcial, plenipotente.

Progresiva luz que se desnombra, que cruje,

precipitándose anónima por su constante despertar en el

asombro: inigualable asombro de un al fin estarse quieto,

del perro que duerme,

que nos viene a lamer la mano, que nos

siente, ombligo a ombligo aunados en una misma

onda estelar. Fuente manantial de lo que está pre-

sente a sí mismo y olvidado en su abandono.

"Desdejamiento" de la arrebolada conciencia dormitiva:

AUSENTE

Presente-Ausente.

PRESENTE

Un recrearse del espacio en el espacio mismo:

espejeante espacio prendido de sí.


SOBRENATURA. Toda la naturaleza se hace sobrenatura.

Aquí, se trueca más firme el sueño del despierto... Y,

el que despierta,

¿a qué nuevo sueño al fin se asoma?

¿A qué espacio anexo se abandona?


Naufragio de los tiempos:

espacio suficiente que no busca sino

acontecerse

"presente a su propio presente".


II


O. trajo tres fichas del pasado y las dejó caer sobre un nuevo espacio germinativo:

"Religión, podría decirse, es el término que designa la actitud peculiar de una conciencia que ha sido alterada por la experiencia de lo numinoso". (Karl Jung, Psychology and Religion, New Haven, Yale University Press, 1938.)

"Los libros de Carlos Castaneda resultan hasta la fecha la más osada documentación antropológica de lo real maravilloso americano y responden a ese programa de descubrimiento de nuestra surrealidad que Alejo Carpentier formulara hace ya algunos años en su prólogo a El Reino de este mundo". (Apuntes para una disertación defendida, aprobada, archivada y olvidada sobre los "problemas de la crítica ante el surrealismo".)

"...una unión reactivadora del mítico, ancestral, Andrógeno --símbolo del ser que ha sido restituido a su unidad primaria; conjunción de lo terrenal y de lo estelar, de lo físico y de lo espiritual, de lo personal y de lo impersonal..."

El poema es una cosa permanente.

Ella se movía en el poema y el poema se

tejía en ella como fuente de brocado sol

poniente. Puente hacia el propio acontecer

transfigurado, inmanente. Una de-sil-va-na

ción de los tiempos: el tiempo recurrente

que canta en la simbólica

fuente.

Carne viva, vibrante, del imantado espacio ilimitado.

Cuerpo que se yergue como una pura imagen del

deseo. Deseo culminado: potente verbo del espacio

consumado en el instante. Instante que se mira

como un lago del recuerdo: Desprendimiento de los

sentidos,

Desdejamiento...


Un deshacerse en las alturas hacia la altura misma. Todos los significados son inmanentes a una presencia única en el espacio figurado; este pululante espacio es su propia forma, deslizándose cual reflejo alado sobre las aguas incandescentes --vaporosas acuarelas de una imagen del mundo más plena; transubstanciaciones de un fluir y refluir de las edades: Flux and reflux of entropy where the spheres of a new permanence reside (flujo y reflujo de la entropía donde anidan las esferas de una nueva permanencia...)


Si tantas lenguas fluyen en nosotros y somos, más que nada, un cierto sentimiento aquí en el solar plexus del deseo: en esta matriz --infinito seno del placer, de un placer desencarnado que se mueve a través de cuerpos inmersos en la radiante penumbra de nuestra memoria; cuerpos transfigurados por la gnosis en perseverantes módulos de asociaciones, de pensamientos: un acuerdo

--si se quiere-- un cosquilleo... este rico fluir de la fuerza vital: Sangre caliente con el recuerdo del amor que fluye de sí mismo hacia sí mismo: MAITHUNA


Y aquí me tienes, demorado varón, como leona enjaulada:

presta a devorar el astro con que se adorna su lujuriante sed de

HOY.

III


El día cuajaba medular en lontananza. El día se

hinchaba al mediodía: Medio - Medio. La médula del

espacio reverberante, pleno, como un poema de

Jorge Guillén. Palpitar de la oración que sólo

acierta a filtrar la algarabía de los árboles me-

cidos por la luz que los sostiene a la vista:

en estos cristales nuevamente despejados.


El Silencio es activo en sí.

Las palabras sólo pueden darle la razón.

Pero el Canto a veces inventa una nueva palabra:

una palabra que sea cierta, un modo de decir que nos

devuelva a nuestro punto originario:

que brote para hacernos cumplir

nuestro destino.


Una puerta bate sobre sí.

Una idea se azota contra sí misma.

Este relucir de las superficies es ya una constante...

Pero, ¿y el cuerpo? ¿qué siente el cuerpo?

El cuerpo es

carne del espíritu que se inventa: es

un decirme a mí misma, una silueta del tiempo

que se nombra: su encarnación.

Y somos, esa perfecta visión del Señor y de su Esposa,

y de la Madre en sí mismos realizados por el Padre:

un Hombre al que siempre la justa palabra acompañó,

por vivir tan despreocupado de ellas, que no dejaba de a-

tinarle al nombre propio de las cosas. Todo lo que hacía

estaba bien, cuando lo hacía... Un hombre que sabía

lo que hacía. Una buena forma de Saber Ser.

IV


"La Maga" cambió levemente de postura. Respiró hondo, muy hondo:

"No tiene por qué haber más de lo que ahora

Soy”.


Se encontró a María de la Cruz crucificada

en la pasión de su trigésimo tercer aniversario,

los ojos más renegridos que nunca,

sordos de desesperación, anonadados:

La casa a su alrededor se derrumbaba;

las paredes, como vencidas, dejaban chorrear el

techo hacia adentro y todos los años de reproches,

de desprecios, de traiciones, brotaban como las

babas de rabia de un volcán de retorcidos

humores ---donde el destino, todo lo pasado,

naufragaba en su ocaso.

"Dí que la casa ya no está", le susurró la Maga al oído,

"que todo lo pasado se acabó y que habrá que comenzar de nuevo...". Tal como le había entonado a ella aquel legendario brujo con su impenetrable y hechizante mirada de coyote socarrón... Aunque él, más dramático, añadiera palabras que no le debía “repetir a más nadie porque tienen demasiado poder"

--razón por la que ella, nunca, lograra memorizarlas con exactitud,

a pesar de que él se las repitiera siete veces para convencerla, dejando en su memoria tan solo el desgarramiento de un conjuro

que jamás alcanzaría a repetir igual:

"Di que la casa ya no está, repítetelo, aún y sobre todo en esas

noches terribles cuando el viento aullará contra el cristal de tu

ventana el lamento de todas tus ilusiones muertas".

(Algo así fue como sonaron las solemnes "palabras del entierro" que la Amiga le pronunciaría a la Amiga en la "crucial" hora de su pasión y muerte --calculado presagio de eventual renacimiento.)

Este es un poema cifrado en el anonimato,

viviéndose en el anonimato de la suprema cláusula n(e)onata: el poema automático supremo, irrazonablemente retrato de sí,

de lo indescifrablemente descifrable en su primer momento.

Aquí estamos, en nuestro "Vallejo" de la lengua menos timorata,

ir/reflexiva: de una conciencia sólo a medias intuida, que de

alguna forma nos espera y nos respalda.


Gracia, perfecto estado de Gracia: todo es la misma cosa,

Ulises, y vale la pena decirlo. Aunque no se entienda, Lezama:

Aunque sólo lo entienda un Oppiano Licario o una Ynaca Eco Licario

o tú, oh, María Crucificada, la que conquistarás a fuerza de golpes y

más golpes tu verdadero nombre:

MA MIRAVA GAYATRI

(SILENCIO, SAGRADA CANCIÓN.)


V


Aquí en el corazón centro del amor que tiembla en una

rosa: rosa que se abre,

la casa se abre como capullo en flor hacia los confines de un jardín sin tregua. Como fruta madura cuajante de luz la casa se entrega a los pájaros y persigue su vuelo en un movimiento único, acertado...


Y la palabra de nuevo se rompe contra las piedras del viento. ¡No forzarla! Dejadla claudicar...


Pero la palabra vuelve sigilosa, cierta -- responde a esa brillante ausencia en nuestro centro que pide, reclama, presencia.


EL VERBO ES LA PRESENCIA DEL ESPÍRITU, pensamiento que se piensa en tres tiempos que son un solo tiempo, trinidad de los tiempos... de un futuro que es recuerdo del futuro: brinco (in)mortal de una conciencia que busca

re-a-li-zar-se:

REALIZAR SU PORCION NOVELADA...


El "verbo por la imagen y la imagen por el verbo": lento y presuroso acontecer del tiempo... Placer infinito de un cuerpo catastróficamente metamorfoseado en singular luz. Primordial imagen de otra imagen --de esta placentera agonía de durar…


La casa se revelaba desde adentro

como una proposición de paz con el ambiente.

Este triunfo de la atmósfera, del intenso regocijo

de lo interno en lo de afuera: Inaca Eco Licario,

escucho ese eco de tu verbo en el mío de ahora,

de entonces: ¡Evohé!

Y somos,

una misma proposición de canto rozagante,

de cosquilleo de la sangre: total desprendimiento

... ¡lucidez mortal a Lucifer!

Este intenso regocijo al borde de la catástrofe

nuclear dice: que hay un mejor modo de estar en

los sentidos. Aquí, sobre "el Monte del Olvido",

tu presencia que es presencia de gracia divina

--verbo de luz en la imagen del amor de toda una

vida, de toda una muerte... prosigamos, larga vida

en el beatus: Beatus ille. Allí, ille...BEATA.


Trinitariamente La Maga, María de la Cruz, y

aquella impecable guerrera incondicional: la Virgen Roja.

Todos los nombres son un solo NOMBRE.

Solo mi nombre en tu nombre --más allá de tantos nombres

yo/tú en el hacemos:

el somos del hacemos y el hacemos porque

somos lo que somos, y no otros,

y nuestros nombres serán ciegos

hacia todo lo que no sea Nombre:

lo que unifica, lo que hace del número

un solo cero. La ciencia del cero

en el imperturbable e innumérico CERO.

Todos los tiempos nombrándose en un mismo espacio primigenio:

Puro acontecer de lo que es simple ser doliente en su gozo

sosegado, mismamente gozo más allá de lo nombrado, lo que

no tiene nombre, que será, que será, que será ya por siempre

y que no se dice porque es su propio hijo...

OUROBOROS

Del tiempo, del nombre, del espacio,

recogidos los tres tiempos, los tres nombres,

en un mismo y recurrente espacio estacionario:

soplándonos esta inapelable canción que es

el Vivir...


(Para que aprendan a "mamar cielo", vino a deslizarle en el oído

la lúcida sombra de Lezama...)
















Valle de Bravo, 21 de marzo de 1983

De "La Maga" a Julio "Horacio" Cortázar:


INDAGACION DE LA MUERTE ANTE SU MUERTE



I

El tiempo dilatado de un insomnio

que vela todas las viejas ilusiones,

hizo crepúsculo, día, casi día,

donde la noche de una casi-

muerte nos despierta, mucho antes de

hacerle frente a la inmemorable parca

--la del sin fin...

¿Clausura de vastos horizontes, o relámpago que

nos traslada en un más sutil cuerpo

a otras esferas vagamente recordadas?


Desperté a tu muerte y ésta fue discreta,

¡soberanamente franca! En ella

nos encontramos, al fin, por siempre jamás...

igual que vivimos --a la sombra de un cuerpo

que se aparta y se persigue en el abismo.


Esferas del nombre y del acierto,

donde tu gozo radiante por mi cuerpo filtra

con su mágico abrazo umbilical

tu más terca y paciente claridad.

La burbuja que es nuestro vientre espiritual

asciende como glóbulo que al llegar a la superficie explota: Miríadas de espéculos

en un primer momento afloran --algunos como asustados, otros... serenos, ya poseídos por la gracia en la extasiante disolución de su agonía.

(En la extasiante disolución de su deseo.)


"El TAO que puede ser nombrado no es el verdadero TAO, nagual, you name it... Sólo en el silencio se percibe su solitario canto nocturno, donde la cigarra le atiza a las estrellas como un jadeante brillo intermitente. ("Tan cerquitas por lo altito que andamos", nos decían, muy reídas, las inditas a la vuelta del mercado: "Esta noche van a ver muy bonito, ya verán...")

Temblorosa noche de Huautla que palpitas en los confines del alma inmaculada: sin alucinaciones, ni perversidades --más bien,

sereno entendimiento de una relación que nos revela

la apretada proximidad de los contrarios, hasta aquel yux-

tapuesto margen donde la polaridad hace implosión y se

deslinda de lo que está diferenciado, mera secularidad sucesiva en el acontecer de las edades. Arcoírico juego del que "aunque son dos también son uno y en el uno ya son tres". Movimientos rotativos alrededor de un centro que te invade y que son:


El amor de la madre por el hijo que es el padre;

el del padre por su hija y el de la hija por su padre, que es Amor del Amado y de la Esposa. El del hijo por su padre que es él, y el de ambos por la Madre que es también la amante, la hija, la hermana. (¡Freud décapité!) El de todos por todos en el todo: las tres personas consumadas en el Sagrado Corazón de la Criatura que palpita y nos recibe y nos prolonga en nuestra más próxima Resurrección

A

M

E

N

DOLOR-PLACER

GOCEDIVINO

A

M

O

R



II DISERTACION APARTE EN OTRO TEMPO.


La reconciliación de los opuestos sólo de manera sobrenatural puede ser lograda ya que es (¿o era?) imposible --de acuerdo con cualquier concepto materialista-- decir que un cuerpo X puede ocupar un mismo espacio que otro cuerpo X1 (aunque ese cuerpo X1 no sea sino una píldora en vías de disolución en mi estomago X). Sólo lo sobrenatural explica que dos cuerpos puedan ser coincidentes en un espacio tiempo X. Lo que pertenece a la mecánica de lo psíquico es, de por sí, sobrenatural. Constituye sobrenaturaleza.

Así, hay cuerpos psíquicos de los que sólo la mentalidad y la lengua poéticas pueden concebir, y revelar, el verdadero "volumen", visto que, en el "cuadro" físico nuclear, tan sólo aparecen por medio de la deducción matemática: procedimiento puramente intelectivo que demuestra que “esas partículas que no son partículas pero que a veces

pasan por ahí”

realmente viajan más rápido que la luz: Resultan, como un "guiño" que nos concede el reverso de la materia en lo más cuajante de su preternatural lucidez, cuando ésta ya ha logrado vencer la fuerza de gravedad de lo inerte ciego y hacer implosión en "la extensión". Que vendría a ser algo así como el "contrapeso" de la Apocalíptica Explosión de Todos los Desmadres, no sólo porque no hace ruido sino porque apenas si deja una intrigante huella en la más sigilosa memoria de cálculo. Se generan, toda vez que la sombra divina vence --por Orden Celestial de Amor-- la inercia del cuerpo natural, restituyéndolo de inmediato a su pureza original que no es otra sino la de servir como vehículo, mas no como fin-en-sí:


Sujeto primero que objeto, y objeto ante todo

como expresión calcada al vivo de

la totalidad del ser en el espacio/tiempo;

fragmento de una inextinguible firma

cósmica que nos culmina y nos

traspasa.

Pues “la paradoja del espíritu”, por lo que dijo San Pablo

(de entre todos a quienes se nos ocurrió alguna

vez lo mismo) es que siempre tiene que recurrir a

la materia para manifestarse.


Y tal parece que hubiera dado en el mismísimo meollo del germinante Misterio Trinitario: de los tres tiempos en uno --del pasado, del presente, y del futuro y de la reconciliación de los opuestos, que no dejan de seguir siendo cada uno sublimemente el mismo

aún cuando

indistintamente difusos en un singular sujeto "impersonal".


Identidad e impersonalidad concurrentes.

Tremebundo y plácido misterio de lo que es dos

aunque también son uno, y en la unión

se regenera para seguir siendo tres

aunque sea, ante todo y más que nada

superlativamente

U N O

(¡Y VUELTA!)

ADVERTENCIA: LA MAGA/MUSA DE LEZAMA

TAMBIEN ESTUVO AQUI

(¡EVOHÉ!)

Valle de Bravo,1984, al día siguiente de recibir la noticia de su muerte

Soy la mujer cuya lengua rozó el pico de

la alondra --la que sueña, la que todo lo sabe;

la que ya nada sabe, la que se ol-

vidó...La que se olvidó de sí mas

todo recuerda; que sabe y calla y

sabe, pero no calla; la que, al final,

todo lo dice y siempre dice algo,

aunque parezca que no dice nada,

la deseosa... la que sin falta regresa y

pide aún más y nunca deja de desear:


Aquélla que busca la muerte y que la in-

voca y la frecuenta –-la parca, su hermana...

La que se murió y volvió a nacer y habrá

renacido a la vida eterna: la misma que

dice que muere porque no muere y que se

hizo puente; la intercesora, la mediadora,

soy... que junta lo que ha sido disgregado y

lo atesora: Madre de todos pero madre

--también y más que nada—de sí misma.

La que se parió entre las aguas soy...

Aquélla que atrae y que repele y que nos

Llama: la tirana, la buena, la mala...

Que tan pronto se entrega como luego se va y

te deja, sin que por eso te deje de reclamar.

La misma que te despierta y te canta y te duerme y

te duerme y te canta y te hace soñar.


Soy la mujer cuya mirada teje el final de la criatura en

su comienzo; la que te da de beber y te mata de

sed aunque te adora: Mujer colibrí que sorbe

el néctar de las rosas... Maldita y muy bendita madre

que de alguna forma nos acompaña siempre –-aún

cuando primero te expulsara de su (in)finito vientre,

tan sólo para recogerte, al cabo de tu suerte,

en el inmaculado seno de la redención.










V de B entre el ’84 y el ’86


Soy la mujer cuyo pico rozó el néctar de la rosa:

La que dice que

mejor es conocer las plantas que nos despiertan a nuestros sueños, que no

construir las bombas que acaban con todos ellos.

Soy la mujer que dice lo que sabe y lo que siente;

aquélla que repite lo que le sopla el viento: y qué es

lo que me cuenta el viento sino

que la semilla de Dios está en sus plantas;

y que es gracias a esa canción inesperada

que el mismo viento canta:

impersonalidad azulada.



Soy la que ya no es ella ni él, mas ambos,

en un mismo movimiento suspendidos; la que

pide que el Hijo herede su tierra en esta Tierra

y la mirada en perenne contacto con el cielo,

su última y primer morada.


Soy la mujer a la que el viento llama y arrastra y

compromete,

no sólo con el sueño que en su tiempo se

teje sino, también, con el acto que al sueño otorga

incandescencia, verdadera presencia de

deseo consumado: transparente ubicuidad de la

materia etérea que en la carne y por ella se revela.

Soy la misma que acusa al que persiste en tomar

los medios como fin-en-sí –-supremo éxtasis

de la mentira en armas:

la que se ríe de todo necio envilecido

por los torpes goces del Bacardí

(“…oh, oh, la Cuba-cuba de Bacardí eh, eh…”):

de aquél que desconoce

(mas sí rechaza)

el dulce y suave beso de…


María…



J´ACCUSE! ACUSO, aquí, entonces y para

Siempre, esas mentiras hechas

para confundir hasta a los muertos

(pero que con sólo estar medio

despiertos se detectan):

Que pueda tener sentido

condenársenos a la triste encomienda del alcohol

(¡muy poderoso caballero es don Dinero!)

cuando Naturaleza brinda tanto más sencillos,

nobles y caseros remedios, a nuestra inmensa sed

de elevación… Como es

la muy gentil y agradecida,

tan fácil de cultivar,

Mota: ciertamente no tan dañina

(cuando lo fuera) como


“¡la Cuba-cuba de Bacardí, eh, eh!”.



Mallarmé la llamaría la “ausente de todos los bouquets

pero, en aquel entonces, no contaban con la DEA;

yo digo lo que dice el viento:

¡ausente muy injustificadamente!

(mas, ¡poderoso caballero es don Dinero…eh, eh,

la Cuba-cuba de Bacardí, eh, eh!)

También a esta María la cultivó con aprecio

el maestro Rabelais, gnóstico y franciscano, al fin,

además de respetable médico y lingüista –-pues

decía que

su don es otorgar “cierta alegría de espíritu

concebida a pesar de lo fortuito”*

y fue su esencia más destilada la que le dio a Baudelaire

brújula para viajar a ese país tan presente y tan le-

jano a la vez y que se encuentra, como quien dice,

“a la vuelta de la pipa”

allí donde todo es “orden y belleza, lujo, calma y

voluptuosidad”*. . .

[* ordre et beauté, luxe, calme et volupté.]

País donde, con el sólo estar ahí juntos, basta, digo…

recordando a Wallace Stevens

(a quien también traduzco, aunque traicione):

Decimos que Dios y la imaginación son solo uno:

Cuán alto la más alta lumbre ilumina lo oscuro.

De esta misma luz, de lo más céntrico de la mente,

Construimos una estancia en el aire vespertino,

donde, con estar ahí juntos, basta.


¿OBVIAMENTE, SR. PRESIDENTE?









V. de B., otoño de 1989.

Visión recuperada (o poema del mescal...)


Ahora ya viene el tiempo de la

Mujer y sus trabajos.

Sobre el cielo se expande el

Vacío sin nombre que todo contiene

--su propia plenitud de ser:

¡sapientia , conocimiento, gnosis !


Tiempo de los geranios perennemente

en flor, aunados al loto del desierto

en su verde-azul fosforescencia

--aliando al cristal de la mirada

el cristal de la extasiante savia derramada

por el cuerpo, cayendo en copiosa lluvia de

luz por todo el ventanal, como una gigante

caricia lamiéndote la espléndida, inaudita

superficie del Ojo. Ojo que encuadra el

geranio, que anuncia la montaña, que apunta

a la nube preñada de símbolos:

misteriosas, veladas, irradiantes facetas del

Señor de la visión nocturna, con su sutil Esposa,

y de estas renovadas nupcias que la

primavera inaugura en cada

forma y su color:

Humilde presencia que traspasa...















Valle de Bravo, junio, 1987

Al Ciervo Amado: "Entrada del Divino Luminoso".

Cómo le reconocí desde el primer instante

"guerrero" fiel a su principio y orden:

Primero, por la mirada despejada del ciervo

que como el agua quieta su mansedumbre arrulla

y atesora; por la líquida terneza del ojo manso,

abierto, luminoso sin resguardo ni

rescoldo --infinitamente navegable

horizonte sin linderos, donde todo lo visto y

añorado se descubre indefenso al que lo indaga,

dulce reflejo de tanta belleza contemplada

por todo el que calmoso aguarda

su más definitiva entrega.

(Paciente pacer de alentadora espera.)


Reconocílo, también primero,

por la silvestre disposición del cuerpo en su

potencia innata --armoniosa templanza del espíritu

que por cada miembro mueve la celestial honda de

Vida; y por esa silueta sin par de bailador del

Ruedo, que a la muerte con su más total rendición

detiene. Y, aún primero, por su frente clara como

el ojo despejado, abierta a la más deseosa

totalidad primaria; y por la forma precisa y gentil

con que se seca el pelo le reconocí primero y por-

que el fuego que prendió ante mi lecho

estuvo tan perfectamente instrumentado

que llegó a arder toda la noche, palo por palo,

con un único cerillo en su comienzo y

tan sólo cenizas en

su ocaso. Así la cama, así su beso.

(Esto todo, por supuesto, es cierto en lo abstracto y lo concreto.)

Después, por su forma tan firme de saber dar la mano,

a mano llena, en inquebrantable puño de Amistad.

(¿Será de sorprenderse que resulte aquí de

nuevo la imagen doblemente asegurada?) Como, al fin,

por esa forma --digo-- de no saber muy bien mal-

decir de nadie y de estar siempre dispuesto a

ponerse en el lugar del otro (aún cuando le estén jode que jode).


Primero por eso y luego y primero por esto le reconocí y reconozco --

indomable Dionisio que no esconde su sexo ni su

canto ni la sed que lo sostiene: alegría irreprimible

del ser perfectamente maduro y balanceado,

transparente en todos sus aspectos:

Radiante, cual tenue lluvia cuajada de luz...


Valle de Bravo, 6-7 junio de 1986

A un poeta italiano, carissimo fratello, que nos hizo una visita y, al mismo tiempo, en honor al arquetipo crístico brillantemente esbozado por William Reich en su libro El asesinato de Cristo:


´Foglia’ il huomo qui é piagato; non `foglia' il huomo sano”. Que se traduce:

“Folla” el hombre que está enfermo, no "folla" el hombre sano…

El hombre sano da amor y lo recibe

por todas sus extremidades.

Sobre la espigada rodilla

crece el hijo de su amor:


Un anillo de luz tenue los enlaza,

. al niño que es el hombre prolongado;

al hombre que es el niño en su

extensión.

Ambos nacen con el miembro

parado. ¡Sanos nacen y mueren

con su pito parado! ...y, entre ese

nacer y ese morir accionan

un alucinado juego

de espejos.

.

Sólo el hombre sano muestra

ese pito bien parado...

Con él en la noche

teje el cuerpo que su amor requiere.

Y a ese cuerpo él va y le pone...

¡un buen pito bien parado!

Sólo el hombre sano siente

y por eso no consciente lascivia ni

grosería, desde que con su lanza alcanza

beber de la amorosa fuente.


En tal agua él se dibuja

un amor que lo refleje, un cuerpo que lo

repita a los ojos de la amada: Otro

cuerpo que le quede junto al pecho a

la añorada.


88 Amor de madre 888888888888 Amor de padre 88

88 T R I N O 88

88 A M O R 88

88 E 88

88 Amor de la criatura. 88

88 Unitaria claridad de lo encarnado. 88

88 INOCENCIA 88

88 de todo ser despierto --su franco 88

88 hablar, sus desplantes, su risa y 88

888888888888 su pedorreo. 888888888888888



El hombre mira al hijo en sus (des)aciertos y

le sigue los pasos;

desde lejos...

la mujer recoge los llantos y los mira a los dos:

de cerca muy cerca y

de lejos muy lejos

la mujer los mira y los siente

en su seno

(en el solar plexus, en el om-

bligo, entre los pechos los siente y entre

las piernas: en el mismísimo centro de su

centro los siente...)


En ella, aquel tenue círculo de luz se cierra y

magnifica... Repican las campanas. ¡Ha vuelto

Quetzalcóatl, serpiente emplumada! Serpiente

que se muerde la cola...

Trinitario renacimiento. Fénix del Espíritu

Santo: Jesús, María y José

resucitados.



Otoño, 1985

Un hombre todavía...


Una noche que ya apuntaba el día te encontré

contemplando la luna llena en la ventana.

El alba de tu cuerpo iluminado se inclinó

para besarme:

"¡Ay, tú debiste llamarte

Encarnación!" --si lo dirías... Así fue cómo

te convertiste en el primer y último hombre

que ha sabido llamarme por mi nombre:

Así fue cómo me bautizaste aquella madrugada

en una ciudad que alguna vez se llamó

Tenochtitlán --aunque también pudo llamarse

Jerusalén o Sancti-Spiritus:

También Sodoma. También Cartago.

Una ciudad que ahora me despierta alar-

mada contigo en la distancia y el cielo

(¿¡una vez más!?) tras una niebla teñida del

rojo de todos los infiernos. Un chiflido de

espanta-madres anuncia que, a lo mejor, ya se

vino de nuevo la marea que con todo arrasa.

Y el Apocalipsis,

una vez más, como en aquellos otros días que

pasamos en Dachau, o al pie de la Vía Appia,

--allá por los años cuarenta (después de la

más célebre de todas las crucifixiones, donde tam-

bién estuvimos presentes...). Sólo que ahora,

ya no somos ni miles ni millones sino que

somos, seremos billones: Aunque,

quizás, en estas cosas, ya los números sobren

--visto que cada muerte es todas y

viceversa. (El problema, sin duda,

habrá de radicar en los pronombres.)



Pero, en la tarde, el cielo se distiende

sobre El Parque: Tenue desgaje de luz entre las ramas

con niños y niñas y padres y primos y hermanos,

como una cinta rápida de todas las edades, de todos

los tiempos. ¡Como un resurgimiento de la esperanza!

¡La gran familia del mundo habita este parque!

¿Cómo evitar que te destruyan?

¿O que te dejen sin agua?

Fuente donde la misma luna de siempre juega su llamado. Aún cuando ya no seas el mismo parque... Acaso,

¿no serás el mismo sol, también, y hasta “igualito”...?


Pero, cuando digo "tú",

¿a cuál de todos es al que le estoy hablando?


El amante siempre ha sido el mismo --eso es,

si es que ha sabido ser amante:


Por eso, este "tú" del amor resulta tan

movedizo. Por eso se esconde y reaparece

como un hilo, sin que jamás se le pierda la

trama...


Todo mi empaque, ya lo sé, está cosido con una sola

hebra. Por eso, también, mi amado dice siempre

lo mismo, en todas las lenguas, aunque las fechas y los lugares, cambien. Y por eso de nuevo

estamos aquí y todavía --desde siempre, o casi

siempre: Para que la magia no cese.

Para que no se hunda el barco.

Y, qué bueno que al fin, tú tampoco nunca lees los periódicos... Que para ti "todo ha sido siempre y

será el mismo cuento (aunque realmente las cosas,

nunca antes estuvieron tan mal)". Al menos,

podrás dormir tranquilo, sobre estos cimientos tan bien construidos: Soñarte cazando

amazonas en una selva que sólo tu fierro domina,

dispuesto a levantarte león todavía y, después del

abrazo directo, registrar la cocina, tragar, salir a “ganarte tu día”. Regresar, como si nada…

aún cuando la bolsa la traigas vacía,

alegando con que "mañana habrá

…¡faisanes!"...

Eso, así, es ser

un hombre, todavía…















C. de México, invierno, 1985/86

Incandescencia


Estos ángeles que somos, exiliados en el rojo

atardecer de un mundo viejo; ángeles caídos que morirán

...o vivirán... para siempre –cuánto duramos ya repitiéndonos,

en el vespertino aire dorado, el canto del desterrado...

Tardes cada vez más intensas en los ojos de todo

Guerrero dispuesto ante su suerte:

Muerte que será como el eco de su mejor gesta re-

vivida, de su mayor sueño refundido.


(Recordarás, así, de un solo trazo,

“el son entero”,

cada nota en su lugar,

toda la pieza, y

--al mismo tiempo—

cada nota suelta...)

Pero, ahora, es el tiempo muerto del estrago.

Ahora, fría lluvia tormenta y naufragio para decidir:

Cuál es la muerte que más te conviene,

Y, cuál, la vida que a esa muerte lleve.

México, otoño, 1985.


Lejanas presencias rondan el vacío,

sonríen desde la flor,

el cristal se repite en la imagen re-

petida del cristal.


Aquí sólo hay presencia de presencias

que lejanas rondan el vacío,

que lejanas se precipitan al abismo del

sueño sin tregua ni descanso:

donde cada flor resucita a la mirada

la tierna ensoñación del embeleso:

Fin y origen de toda vida bien llevada.










Valle de Bravo, otoño de 1986

A la memoria viva de Carlos Castaneda, (25 de dic. de 1924 – abril de 1998)


Recurrencias del “nagual”--



“La belleza es la sonrisa de ternura que Cristo le envía a la criatura a

través de la materia”. (Simone Weil, 1909-1943)



La onda al suspirar se olvida en el espacio y

el pájaro la capta, imantado cuerpo.

Todo el cielo canta; todo el cielo gime y se

estremece con el ritmo de su vuelo.



Sueño de música resuena en mi garganta,

pluma del viento.

(¿o no seré aquí sino el soplo que se

agita entre las cuerdas de algún

gigantesco órgano primordial?)



Retorno prematuro al silvestre origen que me aguarda:

Fuente de toda esta Belleza con que firmas la

Promesa de tu más definitiva entrega a mi

Final.


Valle de Bravo, abril de 1986... (póstumamente dedicado...)

Soñé ser una yegua…


Yegua de osadas caderas, carnosas,

de tersos músculos para las largas jornadas.

El viento es una con ella y se la lleva hasta

el cauce del abismo: el viento la

empuja mientras ella lo salva con su vuelo de

fiera que se escapa…

Pero, a veces, cuando el tiempo es bueno y

el terreno propicio, ella se deja ir hasta el fondo del

despeñadero. Poco a poco se desliza por la

enhiesta ladera hasta el platinado dorso del

riachuelo.

Allí de nuevo el potro la siente, una vez más,

cercana. En su esencial figura al fin la

alcanza, tras larga y sudorosa tirada.

Allí con ella se mece, columpiados por el cielo

que las aguas retratan, arrullados por sus

propios reflejos… como en el más acá

de un más allá que nos reclama,

como en el más allá de un más acá

que se derrama: toda ficción del tiempo

abandonada.

Valle de Bravo, 26 de abril de 1986

Un príncipe africano la sedujo a la entrada del museo.


Un príncipe africano muy siglo XXI

--mandinga, pintor, profeta... Bailarín de

noches perfectas. Explorador de altura,

de miembros suavemente manejados

en búsqueda del eterno firmamento:

sutil deshebrador de simiente acumulada,

heredero del placer que sólo el dolor destapa...

sísmica culminación de toda previa alborada.



(La última es siempre la mejor: la muerte las recoge

a todas desde el principio hasta el final y las regresa a

nuestro origen y término –Quetzalcóatl que se muerde

la cola.)


El majá que se devora encuentra en su Cabeza

la cola. Cola como luciérnaga le explota en la cabeza.

¡Cuando tengas tu cola en tu cabeza ya verás!

Y el universo se expande mientras el cuerpo, de

cierta forma, desaparece:

Conversión del primer y último idilio en

pura esencia.


V.de B., primavera de 1986

Visión recuperada (o poema del mescal...)


Ahora ya viene el tiempo de la

Mujer y sus trabajos.

Sobre el cielo se expande el

Vacío sin nombre que todo contiene

--su propia plenitud de ser:

¡sapientia , conocimiento, gnosis !


Tiempo de los geranios perennemente

en flor, aunados al loto del desierto

en su verde-azul fosforescencia

--aliando al cristal de la mirada

el cristal de la extasiante savia derramada

por el cuerpo, cayendo en copiosa lluvia de

luz por todo el ventanal, como una gigante

caricia lamiéndote la espléndida, inaudita

superficie del Ojo. Ojo que encuadra el

geranio, que anuncia la montaña, que apunta

a la nube preñada de símbolos:

misteriosas, veladas, irradiantes facetas del

Señor de la visión nocturna, con su sutil Esposa,

y de estas renovadas nupcias que la

primavera inaugura en cada

forma y su color:

Humilde presencia que traspasa...
















Valle de Bravo, junio, 1987


A la memoria de Aldous Huxley: (Time Must Have a Stop!)

El tiempo tiene que fraguar

En vasos de magnolia

Un último suspiro

-–destilar su néctar y cristalizarlo

en vasto enjambre de rocío:

verterse entero en el instante

y regresar intacto a su principio

--re-hilvanarse como larga hebra

de seda azul celeste;

recuperar el cocuyo;

absorberse y engendrar,

a su vez,

el vacío: adormecerse en

su silencio hasta lograr, al fin,

¡parar!




V. de B., Los Ailes, finales de los 90’s.

Yo fui semilla del Mar

Blanca nube fui

en mi comienzo.

Después llegué a pensar que todo era

posarse a una gran altura y

zarpar en alas cristalinas al encuentro

del destino inusitado, mirando desde mi

pico las blancas nubes volar cercanas,

al azar, y las aguas

resplandecientes

hipnotizándolo todo,

lacerante luz sobre la montaña

entregada a su sueño,

ondulantes velos de

Novia.

Así fue, algunas tardes

de blando estar

y de lloviznas:

Yo fui semilla del Mar,

después llegué a pensar

mirando desde mi altura

cuán lejos me parecía, ahora,

aquella vaga luz de mi comienzo

y cuán cercana la fulgurante embriaguez

de nuestro ocaso.

[Llegó a reír de sus locuras. A veces

lloraba de amargura y compuso canciones de gran desdicha y holocaustos, viviendo como vivía,

y diciéndoles a sus contemporáneos que

"la última guerra del fin del mundo" al fin

nos alcanzaría.

"Desde lejos te veré siempre, patria mía?" se decía. Blanca novia que pasa... Nube novia del aire y de las palmas y de las olas, y de Martí retratado en Jamaica, sobre

la playa: Elusiva novia de grandes hombres, ¡Yemayá!


Rogó a todos los dioses por la raza humanidad

y por todas las demás especies. Hasta por aquel traicionero alacrán escondido en las arenas del más diáfano manantial:

“¡Blancas eran las arenas y blanco era el alacrán!"

lloraba en versos sencillos su romanza al escorpión

(confiables, si lo son, de que si están, picarán).

El susurro del medio-día la llenaba de nostalgias y suspiros,

ausente, el ojo perdido en una distancia de siglos,

clavada la pupila herida en ese punto fijo del más rotundo infinito, cuando todos los tiempos se deshacen juntos

ante la esplendorosa nave de los aires.]


Así el águila vaga, henchida barca de plata,

por las profundidades de la inmensidad del cielo y

regresa a su estrecho punto de partida,

siempre al mismo escondrijo entre tanto firmamento,

entre tanto espacio sin medida.



Conoce los cuatro puntos cardinales

y su asiento. Allí espera el vuelo y

hasta allí su vuelo la lleva,

criatura de sabia paciencia, alerta al

más sutil movimiento de lo extenso

--mirada que todo penetra mientras, en

su centro de gravedad, sueña de

otro espacio más seguro

que aquél que, con cada más airoso vuelo,

deja.

Escalamos las alturas;

desde la mar vinimos

trepando por la rigurosa costa,

escarpado litoral de afilados

cerros. Al fin, en la pata de la cabra

me erguí y probé las asperezas del

lugar con lengua adaptada,

como la pata, al deslave de la

ardiente roca.

Entre esos picos, mi pico se formó

y mis ojos al acecho detectaron

lo más tierno e indefenso al descubierto.

En suaves y felpudos movimientos

encontré mi alimento predilecto.

Y lo que un día fui

y un día (pero cuándo)

dejé de ser, al fin,

comí.

Yo fui semilla del Mar

Después llegué a pensar

mirando desde mi altura

algunas tardes de blando estar

y de lloviznas... lo lejos que fue a quedar

aquella profundidad primaria

cuando por alas lucía espigadas

aletas y mi más alzado vuelo encallaba

en el frío y blando suelo de la arena.

Allí dormitaba el sueño de la piedra o

acaso es que soñaba con manjares de mi especie:

moluscos resplandecientes en la azulada y

clara fuente de mi frente, rítmica escuela de

delfines dibujando el arcoiris y calamares

con su balazo de tinta en cegador disparo

que ofusca al depredador cercano.

Así navegué

ríos, mares, océanos inmensos --hasta descubrir

las múltiples latitudes accesibles al pulmón:



Qué imágenes mi inteligencia

contemplara --si es que alguna vez dormía, o no

dormía-- y dónde, y en qué punto, la conciencia

comenzó a generar el cuerpo de la divinidad,

migratorio eslabón de las especies...

A lo largo de las eras, cuántos trucos la Memoria

desplegó en su creación de las distintas

esferas.



Yo fui semilla del mar,

blanca nube fui en mi comienzo

y como blanca nube he de regresar al centro

desde donde la fuente capta y emite el movimiento

con que sin cesar el Corazón se inventa

este Amor que es su alimento.





































V de B, principios de los noventa.


Temprana mañana de pájaros y vuelos,

temprano día de mi dormitar mañanero,

dónde está tu cielo,

hasta dónde me distraes el pensamiento

en busca de un recuerdo que de mí alejas.


Dónde encontrar apoyo sobre este vacío que se ha

hecho tras de mí y frente a mí y entre mis dedos.

Este vacío sobre el que me detengo, como

en un sobrevuelo, asombrada de tanta adversidad.

Donde me detengo al borde del abismo y escojo y aún

bramo y me despierto, enamorada de tu mortal mirada:

Atenta

al pájaro que canta entre las ramas,

al gorrión en su nido creciendo las alas.



Temprana mañana siempre cuajada de esperanzas,

presta a morir en mi regazo o a alzarse indómita entre

cedros (¡y cerdos!).



Ecuanimidad azulada de una

última primavera que suavemente se

cuela y me sostiene, dispuesta

al quieto pasar de las horas, a ese

reino suspendido de un viejo silencio

entre las ramas,

de un suspiro sosegado

entre tus brazos, cuando nuestros pies,

muy quietos, se abrigaban entre ellos

–-dulce sostén de tantos sueños

que otro tiempo, llegado,

desgarró en silencio.















V de B, primavera de 1999.

Belleza prolongada

Hermano: Ya pronto escucharemos el silencio

Cantar entre las embriagantes alas de las mariposas

--vibrante despliegue del aire que asombra

con su primoroso vuelo. De nuevo

sus radiantes cuerpos flotarán, ligeros, trans-

lúcidamente, contra el más perfecto cielo.

Y se estremecerán sobre el brillante pasto, contra

el oyamel, sobre el centelleante dorso del riachuelo.

Desde allí subirán, una vez más, por

el fresco y pululante sendero

y nos conducirán hacia el beatífico ensueño

–febril quietud compuesta de un azul-silencio,

imantación del cielo, regocijante murmullo

que detiene al tiempo y lo mantiene...

¡O, blanco y secreto cantar del Amor que nos

sostiene!

Valle de Bravo, otoño del 2000.


Fragmento de un discurso gnóstico:


Si el alma pesa 21 gramos, ¿de qué están hechos

esos 22 gramos? 21 gramos de qué es lo que

pesa el alma:

¿21 gramos de oro esparcidos

por el firmamento?

¿o 21 gramos de pura

eternidad, que sería como decir:

La Eternidad Entera...












Sin fecha ni lugar, c.2000

Mustia la flor llegando al agua bebe.

Pero, o, qué bella prenda lleva la

Flor por dentro

Que ha entregado su fulgor al

Viento.

En canto multiplica su presencia,

Como sonrisas de Cristo dulcemente

Reposadas. Pero, o, qué bella

prenda lleva la flor por dentro que

ha probado de la dicha del Señor:

que ha entregado su dulzor al Viento

y coloreado con su aliento la

Bendición.










V de B, Los Ailes, junio del 2001.

Rapsodia de Belén


La tarde con su sol lunar y su voz de nada

Luz de azogue enarbolando las distancias,

Tarde que restituye mi legendario amor por

La poesía, que canta en el silencio cristalizado

De las ramas –erguida en los rumores de la

Brizna, límpida, como un ojo de vaca,

Como un suave lamido del cielo.










Valle de Bravo, desde el más-allá-aquí, alguna tarde muy fin de siglo y comienzo de terremoto.


Saturada de palabras

busco escapar hacia la

nada.

Nada que en su

primer momento

disfruta de aquel gozo

que también puede ser

tormento,

y que se ensancha

hacia sí y más allá de

en su comienzo...


Palabras fuera de contexto.

Palabras que surgen del

momento.

Momentos

hilvanados por

Palabras que se aferran a un hilo de

sujetos...

Sujetos que surgen de la nada

y que a ella se regresan

realizados en su propio acontecer que

a/sí

se llama.

Llama

que ilumina y traza los caminos

de un destino que se busca y que

se encuentra

a la Hora de

la muerte.


Muerte que es

Consagración del Alma.


La palabra que surge de la Nada y que a

Ella se regresa

no por ello menos plena

de ese dulce nombrar que te

embeleza...





V. de B., Los Ailes, ya entrado el tercer milenio…

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