El seno infinito II Territorios recuperados
Actualizado: 5 jun 2020
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El Seno Infinito:
II
Territorios recuperados
Vienes desde muy lejos,
desde otro tiempo
cuando el sol se alegraba con
tu pelo y el aire arrullaba un
pensamiento entre dos cuerpos
sin sombra: Tu gracia conjugada
con la mía.
Queda al fin el silencio de un cielo des-
poblado y que te añora
como cuando nuestro encuentro dibujaba
sobre el cristal de la ventana
una sola gran criatura blanca
y éramos, en el firmamento
-–aguas, ramas—
la imagen nupcial que se dilata
emblema universal de lo soñado.
Corazón que ya no siento,
sola mi sombra queda en el fondo del cristal
quebrado, cruelmente multiplicado.
Regreso ahora por el amplio camino del recuerdo.
Sopla el viento.
Detroit, Otoño de 1970
Me están matando
aquí, en este país
en esta ciudad
en este siglo
en este día.
Que no es de amigos
tratar de vivir, tratar de
seguir siendo más o menos
claros, dulces, honrados
como el agua mansa que refleja el cielo.
Más o menos puros
como nos soñaron.
Que no es de amigos tratar de
Seguir siendo como nos parieron:
en este día
en este siglo
en esta ciudad
en este país.
Verano, 1972, Hyde Park, Detroit.
A O. Paz:
Prolongación de una mirada.
He enterrado los pies en mi pequeña porción de eternidad,
Hermano Octavio,
Y la mirada que me devuelve el día
(todo aquí hoy es azul, iluminado, quieto
como un marginal bostezo del cielo)
Trae clavada una herida en la pupila...
No dudo que sea verdad tanta belleza, pero al fin
Ella en mí se interroga, buscando tras los ojos que
La miran, el recuerdo de otros ojos que la añoran:
Aquéllos, desmesurados, por los que el niño de
Biafra indaga –confiado, aún sonriente ante la cámara—
El destino que le fuera preparado.
Sobre la universal pantalla de nuestra tecnología
La descomunal mirada alucinada: exige perpetuarse,
Encuentra asilo, en ésta en que se empaña ahora
La cuajante claridad del mediodía.
Hyde Park, Detroit, Michigan, octubre, 1972
Nunca nada será igual
todo ha cambiado. Y nada.
Cuando esperamos lo mejor ha pasado,
Y ni siquiera nos dimos cuenta.
Y todo ha sido en vano pues
--no lo quisimos, no lo supimos--
(¡si es que se puede!)
detener el vuelo: allí, en ese momento,
cuando la palabra al fin se rinde a la
evidencia, y el silencio traza las huellas del
albatros inmóvil, planeando sobre un punto que
solo él conoce, quedamente suspendido entre
cielo y mar
mar y cielo.
Detroit, Palmer Woods, julio 27, 1973
Como un lobo hambriento mi corazón deshecho
Mordiendo acero
Lo inhóspito del horizonte plagado por
Tu ausencia
Como un largo suspiro entre las ramas
De nuestro invierno fiero
Vuelven los ojos ya sobre el estrago
A buscar lo verdadero –
El marco azul de un infinito,
Pálido recuerdo del primero.
Puerto Rico, abril de 1972
En cada racimo de púrpura encendido
En cada girasol cuyo abigarrado centro
guarda el canto de un sinsonte enamorado.
En cada espiga de heno dorado;
allí donde se oye el zumbido de
mil abejas borrachas,
donde demoras el paso,
donde se alojan tus sueños de nácar
--duende de mis noches de caracol encendido--
tu desvivir entre las algas en flor: Allí donde
trazamos las configuraciones de nuestra más
alta danza nupcial -–donde pereces, donde
amaneces— alza su loco vuelo, renace
desde su muerte, todo mi amor.
Detroit, setentas.
Quién soy
Una mujer rodeada de libros
Una mujer aislada en la palabra
Viviendo en la palabra
Diciéndose a si misma un mundo que
no alcanza, que se escapa, que se le
pierde a cada instante, en la palabra
--un mundo hecho de pausas
entre tanta palabra maniatada.
La lengua de su infancia
pobremente recoge la soledad del día.
Un día inconsecuente como es dar las gracias
resumido en el paisaje de una ventana.
Paisaje repetido y que no ama,
que ha visto prolongarse año tras año
sin que cobrara sentido
la luz de la mañana.
Hyde Park, Detroit, verano de 1972
Igual que la luz por el cristal, el amor que va de Dios hacia Dios, se filtra a través del alma humana.
La belleza es esa sonrisa de ternura que Cristo le envía a la criatura por medio de la materia. Dios como objeto de amor es la luz y el alma humana es el ojo, órgano de visión. Ese es el órgano del yo. Pero cuando el yo se ha borrado, sin que el órgano pierda su virtud, el alma se hace órgano de la visión de Dios. El espíritu es esa visión.
(Simone Weil)
Qué es el espíritu si no
esta flor cuyo infinito centro
desentraña mi infinita
entraña hasta su centro...
Qué es el espíritu si no
este centro que se extiende y
se concentra en cada cosa
cada punto un centro,
cada centro punto de otro centro --el
primer y único centro de mi adentro cuajado,
horizonte abierto. Qué es el espíritu si no
ese horizonte traspasado y que se cierne
alrededor de un punto muerto, mi
comienzo—de un comienzo que es mi
muerte sobrepuesta, de esta
vida que es abismo ilimitado.
Qué es el espíritu si no:
este palpitar que me persigue y que me
alcanza en la palma de la mano,
en la hoja que se seca,
en el pétalo apretado de mi suerte
--eternizado eco de una nube que se aleja:
todo esto que se mueve y que me mueve y
donde muero
para comenzar de nuevo
en el instante.
Detroit, Michigan, 1973
Mucha lucha en esta vida y en la otra
mucha lucha para nada y en la de aquél
tal cual me ves y en la de todos.
Alguna vez, uno de éstos se detiene
y mira y se hace una pregunta
muy callada
--la misma que venimos formulando,
cuando solitariamente nos miramos las manos,
como extrañados,
los desterrados de siempre.
Y volvemos a la fila y empujamos el arado
pero inconsolables siempre nos salimos al
costado, deteniéndose la frente sobre las
flores de antaño, tratando de desprenderles
el aroma de aquel prado, donde cruzaba
silente, entre todas, el rebaño,
bajo un cielo más intenso,
diríase que aterciopelado,
Sin que las cosas llevasen
Un nombre que las fijase
--y todas juntamente cantaban sus temas,
y todas en concierto mudaban de esquema,
ciegas al contorno de sus inusitadas muecas
o extasiadas riendo ante el propio reflejo
que, suspirantes, les devolvían nuestros
fieles espejos.
Y éramos todos quizá, quién lo sabe,
en aquél aún --si es que hubo ese entonces
dorado--
y éramos todos quizá desde siempre
Eso que, extrañados, tú y yo interrogamos
cuando, solitarios, nos miramos las manos.
Detroit, Palmer Woods, junio 1973
Inútil es ya seguir tus pasos
Sólo en los míos encontraré tu rastro:
Voy por esa ruta abierta hacia la nada
donde no cabe ya para más nunca el llanto.
Quizá, al término, nos daremos la mano –-tú,
cual poderosa noche ardiente imantada en mi
regazo, despertarás entero al fulgor
de mis sueños y, recogiéndome entera
en tus recias entrañas, trazarás con tu
pecho las fibras de nácar que a veces,
lejanas, anuncian
el vuelo.
Detroit, julio 20/73
Sartre me decía que yo no podía ser sino…
haciendo. Y en este no-hacer al que
voy sucumbiendo, me estoy extendiendo,
me veo ya siendo sin hacer,
sin hacer siendo,
eso que las gotas del rocío van regando en la
alborada
--el tenue tremolar del verdor en mi ventana
--el frescor de la tierra húmeda en que se
bañan tus ramas accediendo a
la mañana.
Detroit, Julio 20/73
Otoño
Seco batir de incendio
Contra el azul del cielo—
Entre la rama que se desnuda
Y el río que la refleja
Cuán corto el vuelo!
Detroit, octubre 74
Sentido de no sentir
Este zapato ya
que me aprieta la muñeca
este ir y venir
de mis esperas
estas ramas que se
alejan
que son tientos ya sin
rienda.
El día se desdobla cuando
llega el mediodía
Y despierta mi agonía que se
vierte sobre tejas.
Recuerdo al fin tu llegada como
Murmullo de abejas.
Tu sola entrada
Multiplicada.
Tu única partida
Repetida.
Principio perenne
Amplificado
De mi estar sin estar en ello
De mi andar a tientas desvestida
A cuestas con este sentir
Que no tiene ya sentido.
Lawrence, Kansas, Marzo 31, 1976
Florida enero…
Anacaradas superficies contra el
despejado cielo violentamente
azul, agudizándose más aún allí
donde pincha la espigada palma
infinitamente hasta mi centro.
El cielo nunca dice nada.
El cielo aquí se mira en mi mirada
y me lleva lejos, muy lejos,
hasta donde estoy sentada.
Suaves se entretejen:
iba bebiendo el aire,
filtrando el viento,
soltando aves,
iba lujuriándose entera
por la mañana clara y
suave. Todo cae en sí
de repente.
Miami, enero de 1975
Gnosis
Si es que no muero en París con aguacero,
Algún jueves, moriré en Huautla un domingo de
Resurrección. Moriré de cara al cielo
Y la lluvia será de plata ligera sobre mi seno.
Más tarde escucharé su rítmico lenguaje crecerse y
apaciguarse mientras duermo. Entre sueños saludaré
al Ché, a Vallejo, y a otros miembros de mi épica privada,
hasta escuchar la misma Tu Voz de entonces que me
llama. Despertaré sin miedo. Entre sueños sen-
tiré tu sonoro canto callado soplar a lo largo de todo mi
cuerpo-ya-no-más-mi-cuerpo.
Me hundiré en tu mirada sin fronteras
y la lluvia caerá cálida, como rostro vivo de noche serena
sobre mis penas. Me bañarás en tu semen de almendras,
suave consejo de tu seno donde todo pace quietamente y en
silencio, remanso de dicha sin memorias ni quejas,
Amantísimo Verbo del más dulce de los recuerdos ya
Devuelto…
Zinoviev, nombre viejo cuyo significado
Se me ha ido olvidando a medida que me
Olvido de la historia, lenguaje inventado por
Los hombres para defenderse de su
Muerte.
En el reino de lo inmediato
Las palabras asumen un sentido diferente...
Quiebran, se hacen transparentes, y
Entre los intersticios del concepto se a-
soma lo indeterminado.
Y hablo ahora
Como en un sueño que se sueña sin palabras
O entre voces confusas que se apagan,
donde lo concreto al fin vive liberado, eterno,
informe en sus perfectas, inusitadas dimensiones:
Es el Reino de lo Amado,
Vértigo de dicha que me atrapa...
Y me olvido de la historia.
Shreveport, Luisiana, 1979
A la memoria de Simone Weil:
Metaxus (Puente)
Los hombres llegan hambrientos de carne.
Conocerán la suya al final de la jornada.
No le cantéis al viento: El trabajo es
Duro y la vida breve. El trabajo es duro...
Para lo poco que dura la “larga vida dura”.
Pero no siempre serán llantos, y en esta
Prisión un ciego escucha su llamado: le
Llega por la misma vía que de él lo separa
--su tacto un muro, pero también el puente.
Del otro lado, estas manos sienten los
Colores de un viento que no miente.
Valle de Bravo, 1981
Honeymoon Blues: “Luna de miel, luna de hiel”.
Hoy, después de una noche blanca,
sin escape,
Llego al país desde el cual ya no
se canta,
Y veo que todo sigue igual allá,
del otro lado,
Donde chisporrotean los pájaros
en corto vuelo mañanero,
y las abejas al sol se desperezan
y las montañas, inmóviles,
se desprenden de su velo de niebla.
El sol teje su impasible nitidez y la vierte, unánime,
Contra mi ventana: Pero yo quedo aquí, de este lado,
en este país desde el que ya no se canta,
Contando las horas tras el último
sueño deshecho,
Viendo pasar a la cándida Doña Esperanza
Perdidamente enamorada del Siniestro
Don Reloj.
Valle de Bravo, 1981
Lamento para escarmiento de solteras: ("¡Te lo dije!...")
Este hombre, decididamente, nunca leerá na-
da que yo escriba: Ni una carta, ni una cuenta,
ni el clásico "te estuve esperando pero ya me fui".
Nació para mí... quiero decir, para mi suplicio y
para mis noches más olvidadas de las letras,
del poema inacabado, del proyecto ontológico supremo.
Una madrugada en ciudad México me dijo:
"¡Ay... Tú debiste llamarte Encarnación!” Si no fue
esa noche, fue otra, parecida, que me preñó. Ahora, los
llevo aquí dentro pero él se niega a hacerme el jugo de
naranja por la mañana si yo no le pego un botón...
aunque cargo con otro como él que me está chupando
los huesos, y mi premio Nobel ya se quedó para la próxima
reencarnación. Porque en ésta, de plano, me parece que
la regué y tendré que empezar de nuevo, con otro Karma y
mejor disposición para el papel de Sor Juana, de Santa
Teresa, o de Mistral (quien a lo mejor, de boba, se hubiera
querido en mi lugar --por aquello de quedarse sin
hijos). Si me concentro bien, para la próxima, lograré hacer
mi debut en este mundo con tremenda envergadura de
macho. Porque las mujeres, como quiera que se mire,
llegamos al mundo tal cual salimos: jodidas, y eso,
sin importar la época: un coño es un coño es un coño...
(que ni más ni menos fue lo que dijo Gertrude Stein con su
“a rose is a rose is a rose”…)
Ahora mis amigos me agitan el dedo índice de lejos, en gesto de "Te lo dije", pero ya casi ni se acercan: Saben que por mucho que me defendí y por mucho que protesté, acabé por caer en la suprema trampa --que yo misma me la tendí, como pendeja de raza, que lo que se hereda no se hurta...
Hay quienes alegan que las malas palabras no caben en un poema, como no sea una un Ezra Pound
(sing goddamn damn!). Así que esto no será un poema.
Pero, cómo ser mujer y no cultivar con esmero y refinamiento,
incluso, cada recoveco de la mala palabra:
¡Qué viva la mala palabra, palabra de maldición --que no soy
poeta maldito, no, sino mujer y por mujer maldita, al fin! Pues
tanto gimió María de placer aquella madrugada
que de la cumbre de su placer brotó otro Jesús con alas de
Lucifer, Jesús- Dionisio, presto como siempre a amachinarse
a cuantas Marías hijas de María se dejan prender y meter
en cinta de cinturón –esclavas del ajeno quehacer,
de la plancha y del ajo y del remendón; de los vómitos y
de las agruras de los nuevos vástagos
"herederos de la patria".
Sois cual os queréis, Narciso.
Por eso, tu realidad tan sólo es reflejo, puro mirage: Maya.
Así nos dejamos atrapar, navegando por el cauce de una
mirada que alguna madrugada nos dijo,
"¡Ay, tú debiste llamarte Encarnación".
Y soñamos con reencarnar el misterio de la
Santísima Trinidad (si la solución no brota de nuestro cerebro, saldrá de nuestro vientre, María) y
volvemos --ya consumado el acto supremo,
bien sellado el encargo,
a la cocina, al Vel Rosita, al "metate" o al "pilón",
viendo que la poesía se nos queda para alguna
mañana de frustrado abandono e insoslayable comezón,
con trazas de woman's lib y copete dominical: poesía doméstica (por no decir de doméstica) dirán. O de "mucama". De mujer que hace la cama.
Es lo que alguna vez me dijiste, madre,
cuando yo aún no comprendía,
que "el amor es una trampa",
hasta que llegó el macho cabrón
--tan como si no lo quisiera--
a interrumpirme la inspiración. Y ella,
la madre sufrida, madre del
desmadre, con su "pobrecita" y con su
“te lo dije", acabó por aceptar
ser vieja a los cuarenta y anciana a los sesenta,
inútil y endeble por afición, o por
huevona fundamental, con aquello de:
"¡Es que lo que una hace en una casa no se ve,
eso no cuenta!". Te quejas y con razón:
entonces, por qué te aferras a
jugarnos el papel y prendes velas porque tus hijas
encuentren "un hombre que las quiera".
Ahora estarás contenta
--la miseria siempre quiere compañía--
ya que tus plegarias del desvelo han sido complacidas,
maldición, y me tienes cual me querías, en tu misma
condición, rendida y sumisa al medio día, comiendo sin
hambre o aguantándome hasta la hora del hambre de mi
"señor"... todo por servir de servicial compañera al macho enamorado del papalote y del caballito y de la emoción de su
trabajo, de su función de hombre chingón que espera ser
amado, del diario, según la tradición... y, en lo nocturno,
de cualquier forma a ras de ella --con chillidos a sazón de
almohadas-bajo-caderas y piernas-de-Maratón...
Por qué, si me lo pude coger a mi manera,
fui a "probarle que le amaba" a la manera de él,
puro soborno y manipulación --por muy tierna y des- mesurada que la noche fuera, y por mucho que él me dijera
que me quería encarnación, y que ahora me bese mucho,
mucho la panza, pancita, panzota grandota,
y que aún así nos encontremos entre las sábanas con más
frescor que en el comienzo.
Por mucho que cada mañana,
antes de la hora de las naranjas y del botón,
yo me pregunte, anestesiada de caricias, por qué tuve que vivir
tantas vidas ...cómo pude, sin su amor.
Valle de Bravo, 1981
“La moralidad de la radiante y productiva atmósfera del poeta es la moralidad de la sensación acertada”. (Wallace Stevens)
Un pensativo pensamiento pensándose entre
otros pensamientos, otras memorias—
parcelas de sensaciones, circunlocuciones;
un pensamiento que clama por comunicarse,
por conocerse, una cierta calidez en la
periferia del ombligo: una Zen-
sación: la sensación acertada.
Es prueba de tal acierto de la zensación
que ésta da lugar a una aceptación del
silencio que todo sostiene –un refulgir o un
regodearse en el continuum.
Cuando la sensación ah! certada ha sido lograda,
la precisa cuerda del sentimiento y
la precisa cuerda del intelecto se entre-
lazan para bailar la Suprema Danza:
adentrándose en el cuerpo
mismo del tiempo hasta aceptar el non-
sequitur…
una exquisita repetición de
viejos soliloquios.
Valle de Bravo, entre 1980 y 1982
A la autora de “La circunstancia pesa”::
La circunstancia pasa
Y ahora tú, con tu habitual desmesura, me muestras todos tus dientes,
más blancos después de la semanita en Veracruz "con los niños, sí, pero
qué cambio de am-bi-ance" y, seguido, la otra de cinco días y cuatro noches
"y sólo quince mil pesos" en el Princess. LLegas rozagante,
energizada por el Pacífico y ¡dispuesta a comerte el mundo!
Por unos momentos el patio de Clara se nos hace más claro
y suenan los "claros clarines" de una segura y triunfante "¡revolución!"
Me reprochas mi falta de optimismo, mis maniqueas elucubraciones sobre
el inminente triunfo de la demencia total:
"Vete a Miami unos días y verás cómo te cambia el pa-no- ra-ma".
"Sí, pero con qué... además: ¡la ‘re-vo-lu-ci-ón’ no se va a hacer
ni desde el Princess ni desde Miami!”
Me muerdo la lengua pero, ya lo he dicho y, ahora,
vas a pensar que te envidio tus muy merecidas vacaciones, cuando
si algo pudiera reprocharte es el mes que he pasado sin que pudiéramos hablar de…
¡Poesía!
Después pienso que, además, mis nervios están sufriendo por una
mal aconsejada "dieta de los carbohidratos" que empieza con café negro en
ayunas todos los días: fatal combinación capaz de agriar el humor más apacible,
según dictamen de un sabio acupunturista de los que frecuenta Eleonor.
"Me han caído diez años encima con esta dieta", suspiro.
Tú, todavía algo airosa después de mi maltraída condescendencia, sugieres que
“mi presente amargura y fúnebre disposición” no es sino el resultado de una
"cada día más severa falta de li- qui-dez".
Reconozco para mis adentros que ésa es sin duda la más certera explicación de mi
agonía... Pero, hay algo más, y protesto:
"¡Es que no veo ya cómo podremos salvarnos de acabar nosotros también, todos,
de cómplices del genocidio sistemático!’’
"¡Ay: Parece mentira que estés diciendo tamañas idioteces!" me reprochas,
fingiendo ya un poco la exasperación. A lo cual me apresuro a asegurarte que
--por lo que me han dicho-- es muy posible que a poca distancia de este
"bellísimo lago rodeado de briagos por todas partes"
exista un campamento con tres mil ejidatarios a quienes mantienen detenidos para que no salgan a buscar trabajo porque no los quieren en ninguna parte,
"y si eso no suena a campo de concentración..."
Entonces tú, dispuesta ya a asumir tu libertad exis-ten-cial
plenamente te le-van-tas de-ci-di-da y de-cla-ras que,
si realmente es ése el caso, no nos queda más que ir a hacer las
ave-ri-gua-cio-nes-per-ti-nen-tes-en-vías-de-actuar-en-consencuencia:
"Por el momento habría que organizar una asistencia de emergencia, después...
lo que fuera necesario". A cuya mención Federico, encendido, suelta su descarga
no menos enérgica pues: "¡eso es lo único que tienen que hacer
para que les pongan luego luego en la madre a las dos!"
Pero ya hay que irse a la casa porque tus tres hijos te esperan y
yo sólo había salido a tratar de encontrar un poco de aceite para la hora de
la comida, que ya se quiere pasar...
Después del aceite, camino de la casa, me digo que ambas estamos en lo cierto
--que todo, o casi todo, es relativo, y que tú, acabadita de salirte del Princess,
tienes razón en insistir en la re-ver-si-bi-li-dad-de-la-historia:
de sentirte como Pangloss ante el terremoto de Lisboa...
Por lo menos durante este momentáneo momento
--tu momento-- que pasa, pasa, tan irremediablemente como la próxima
devaluación…
Valle de Bravo, c 1983.
Esta vida que me solicita a cada
Instante, me arrastra paso a paso
hacia lo ignoto. Me envuelve y me
empuja hacia mí misma
si de mí en su búsqueda se escapa.
Cántaros de nubes teñidas de sol poniente
Son las rosas al deshacerse.
Así, el alma –cuando su forma pierde
Y, dejando el cuerpo usado,
en otro cuerpo más sutil se mueve,
A la nube de pétalo su alto soplo
Adhiere.
Por eso, como ave que termalea,
Tu mano en la noche recorre
mi cuerpo de ensueño,
descubriendo al azar de los vientos
¡Cuántos modos de fundirnos
en un solo vuelo!
Valle de Bravo, principio de los ochenta
Hay imágenes que sirven como un beso
Otras que se nos cuelan desde lejos,
rozándonos las cuerdas de la colosal arpa de viento.
De asaltos laterales y que penetran como dardos
entre las costillas, o por las muñecas:
Espantan y engolosinan igual que
un vampiro de celuloide (los de “a
de veras” sólo logran espantar)
Y las hay también que invitan a escuchar
el gran zumbido sordo de la necesidad más abyecta...
el lento acontecer de nuestra muerte gota a gota,
a la hora del lavabo y de la vigilia,
a la hora del cielo-raso,
de un nuevo despertar sin horizontes
--con sólo el vuelo de las moscas
amenizando la distancia entre mi nariz
y el foco de la luz hiriente sobre ella:
lacerante lucidez de toda hora cumplida a destajo…
¿Cómo no preferir,
a tan superficial indagación, la imagen pura del
olvido... aquélla que brota del primer silencio
del mar en sus comienzos, concierto de
memorias prenatales resurgiendo por
vía de los sueños, a sus más claras videncias...
recuperación de un vuelo antepasado,
engendro de otro vuelo que se pierde en su transcurso o
se trasciende...
¿Cómo no escoger, ante la persistente garra de los saurios,
esta muda armonía con que cubre sus alas
tu pájaro azul!
México D.F:, abril, 1985, ni más ni menos cruel....
Fragmentos de una historia sin fin:
EL LECHO-NIDO se iría convirtiendo en fuente y
receptáculo de todo lo vivido, de todo lo
soñado: imantado nicho suspendido
más allá de lo inmediato
en su primigenio verdor
--la meridiana secularidad sublimada por el
primer deseo que en cada nuevo abrazo
se realiza y se prolonga
--nube de cuarzo vaporizándose en el rocío de la
noche, con su estelar y soberano abandono
a los rigores de la piel.
. . .
LA RISA como un suave, lento
desprendimiento
fue brotando de lo más profundo de su ser hasta
romper en día, carcajada plena,
burbujeante cacareo del que al fin logró empatar los
cables soterradamente anexos en lo más crujiente de
la luz: fulgor que les invade desde dentro –
total relajamiento, infinito regocijo sin más motivo
que el sabernos plenamente conscientes,
libres de tanta trampa que nos enreda en la
inconsolable espera;
cristalino ascender y deslindarse
de un original borbotón irreversible
que en el agua mansa del espíritu
desgrana
su diamantino renacer en el
SABER.
. . .
EL ENJAMBRE DEL MUNDO teje sus mezquitas,
traza los caminos, inventa nuevas formas de decir.
La música es todas las músicas
al mismo tiempo --ritmos que se derraman en nuestra sangre
interestelar. Ella busca las formas que se esconden en
la memoria y crea su propio escenario.
Pero todos los ritmos existen a un mismo tiempo
en el espacio sideral:
infinito sueño sin tregua de
la Señora y del Señor.
Cada canción es su propio fin y su comienzo y
no requiere más marco que el Silencio,
ese fondo que solo el sonido hace posible
y que contiene en sí todos los sonidos:
surco del alma donde nace
nuestra palabra-canción.
. . .
Velo de novia es el silencio,
y como velo de novia
sobrevuela mi lecho y me envuelve y me transporta
suavemente hasta el cielo.
Sobreviene la paz en el suave batir de las hojas,
El rojo del geranio contra lo azul, lo verde y
lo rosado de las tejas.
Tiempo para amarte desde lejos,
los ojos inmersos en la extensión,
ahogándome por ellos
en esta inaudita Belleza
del mundo.
“Lao-tse: su risa de renovado ser naciente en su reclamación de las brumas...” (José Lezama Lima, Paradiso...)
OM...
Al nacer chilló, pateó y se meó con espectacular meada.
Lloraba ya con lágrimas de gente grande.
Al ratito chupaba, saltaba, eructaba, hipaba y se pedorreaba.
Como a los doce minutos y medio de haber “aterrizado”
intentó su primera sonrisa para la cámara.
Después, cagó una larga baba verde de recién nacido y
se durmió.
Al día siguiente estrenó alberca: nadó de pecho y de
espalda a la hora del baño y dicen que se reía
mientras lo hacía.
Después de la nadada chupó de ambas tetas y se sumió
--una vez más-- en profundo y animado sueño.
Observaba la madre, fascinada, el frenético movimiento de
Los ojos bajo los encendidos párpados de recién
alumbrado.
“Capricornio en cúspide con acuario, maravillosa combinación”,
suspiraba enternecida la más entendida en la cuestión.
Una noche, cuando llevaba como una semana de nacido,
los deleitados padres despertaron al unísono,
justo a tiempo para presenciar, extasiados,
el goce de la más plena y jovial carcajada.
Fue, sin duda, aquel distintivo cacareo, a tan tierna edad,
lo que convenció a sus complacidos progenitores
que “el Amigo” de alguna forma andaba por allí,
colado entre los tres, y que eran sus juegos y bromas
los que encontraban eco en el fornido pecho del nuevo
“nagualito”, perdidos, el niño viejo y el viejo niño,
en animado concierto de brujos:
transhumano aquelarre que, por medio de este
tierno y maleable conducto, se comunicaba al mundo de
los “efímeros”, hablándoles de una dimensión en la que
todo resulta pura imaginación, deleite, sabiduría: beatitud del más bondadoso de los dones,
aquel inocente y resonante júbilo,
tan dadivosamente compartido.
Valle de Bravo, 1983 - 1985
Transposición de un poema de José Martí: “Dos patrias”.
Tengo dos patrias: Cuba y la mañana.
¿O son ambas una? Así como la majestad del
sol invade el firmamento, veo a Cuba desnuda,
girasol en mano, novia que
murmura su canción ufana.
¡Qué bien recuerdo esa flor temprana
que hasta mí se ofrece! El pecho colmado se
siente palpitar de nuevo. Ya es hora de
Vivir. De cantar la alborada. Los hombres en
silencio conversan con las nubes e inventan
sus palabras, imágenes del sueño.
Como una bandera que anuncia
La feria, la viva llama
Baila. Descartando las sombras,
¿me asomaré a la ventana?
Plácida e irradiante, como nube lejana,
La novia Cuba llama.
Lawrence, Kansas, febrero de 1976
He soñado una patria amplia como el firmamento
donde todo cabe y donde todo sobra
una patria azul que lleva blanca nube como
bandera, y por único monarca
el sereno vuelo encendido de la paloma
viajera.
He soñado también una patria sin nombre
O en cuyo nombre cabrían todos los nombres.
Una patria que me encuentre doquier yo me
Siente, con raíces de luciérnagas
alumbrándonos la noche.
Patria como una canción sueño,
hecha de tantas voces
que se diría conforman una sola voz,
idéntica en todos sus acentos
--cada vibración de lo concreto
repicándome el silencio:
Patria que por gemir
Ríe, y que por reír llora, como olvidada de sí, en su
Más pura entrega.
Gloriosa Matria de todos aquí en la tierra.
V. de B., enero de 1986
Muestras de cortesía aceptables a la Cia.
. . . Y por favor y más que nada:
no clamar más allá de un mismo pecho
el furor que nos invade, la fe violada
y la agonía de no saber ni en qué
ni en quién creer. Recuerden
ser formales en cualquier reclamación
y no amenazar demasiado con eso de
“la compasión”. Al fin, que quién a-
guanta que lo estén fregando a uno
con la insoportable manía de ponerse a
enfocar los acontecimientos tomando en
cuenta “los perennes principios eternos”
(“que sólo Dios Padre sabrá cuáles son...”).
“¡Muéranse!”, dirán los preocupados por no
tener que hacer un esfuerzo voluntario de
conciencia, “no fuera a ser” (esto lo dicen aunque
no lo digan) “que en consecuencia nos viéramos
teniendo que actuar como verdaderos cristianos”
(o como verdaderos comunistas,
que por poco viene siendo lo mismo, si es
que tienen la bondad de soportarme una
indiscreción más...)
A parte de que no es sólo Dios Padre
el que sabe perfectamente bien de qué es
de lo que se habla cuando se invocan:
la verdadera justicia
la verdadera belleza y,
entre ambos, el Amor que
los reclama: perfecta rela-
ción geométrica de los dos
polos que ampara:
¡Belleza de la justicia y
justicia de la belleza!
¡Su encarnación!)
Y ya sabemos, también, que de ésas como de
otras “indiscreciones” el Poeta no podrá ser nunca
enteramente culpable: el resto lo habrá determinado
“la historia” cuando no, antes, el milagro sin el cual
nuestro cuento, colorín-colorao, se ha acabao (colorín-
colorao...). Por lo que habrá que inventarlo de nuevo,
es decir: admitirlo, primero, y proclamarlo como evidencia
de un orden que se esconde tras el aparente desorden
de lo dado... (aun, incluso, cuando al revelarse, muy
pronto se nos esconda de nuevo y mistifique, como esas
sonrisas que a penas de soslayo se dejan entrever).
Habrá que contar, digo, ese cuento con que cuento
para que el milagro irrumpa de nuevo en el tiempo de
este hombre calcinado, desterrado, y lo regrese a la
original pureza innata de su ser:
Contarlo para que al fin (a lo mejor) suceda.
Para que al fin (a lo mejor) seamos.
O para que sigamos siendo –-mientras se
pueda— un poco menos tristemente: aun con nuestras
imposibles historias de viejos
y, más que nada y para siempre,
con nuestras eternas historias de novios.
Como es, sobre todo, aquélla del recurrente encuentro de
la Amiga y del Esposo: dos sujetos que se funden por la
gracia de un mismo cuerpo original, recuperado
–-vibrante onda de celestial sosiego con que se colma
la inmensidad.
Espacio aniquilado, trasmutado; deseo totalmente
realizado cuya forma se despoja de sí en singular
vaporización de los extremos:
Sexo anexo derramándose por este corazón sin
tregua --corazón-pan, hermano, te aseguro:
Mientras más repartido, más completo...
V de B, México, abril 10-11, 1986
Para Poetas por la Paz:
La Habana, 26 de julio de 1986
Un deshecho desecho del tiempo, la vieja Habana
que alguna vez fue mía en el más pleno letargo de sus tardes,
en la frescura de sus noches extendidas besando la alborada,
en la rutilante blancura del mar, caldera de espumas:
viento respirable de la ola refrescándonos la sal.
Caducas majestuosidades calcínanse al ritmo del sol
marino. Regreso a ti por ese infinito puente del recuerdo ten-
dido hacia un futuro hecho de memorias que son destellos de
futuro, evocación, deseo... Cómo estar aquí ya más... quedarse,
viéndose el alma en ruinas ante tanta patente adversidad. Y
¿qué respuesta darle a esta tarde que se ríe de la coherencia
del verbo en el tiempo; que borra, aniquila, entorpece
cualquier interpretación? Tarde que me ahoga y me
enternece de todas una, porque veo a un joven padre
en camiseta en la ventana
(habrá nacido después que yo salí):
un joven padre que mira
al mar, con su niña en brazos haciendo
mil maromas y, afuera, una bandera cubana
adherida a la pared despostillada,
con otra, roja y negra, atada de corbata.
Y es que, si se está de Carnaval, también se está de luto,
digo, por todos los que murieron aquel veintiséis,
pero, no menos, por todos los que después cayeron,
como por los que al fin se fueron, o los que se
quedaron, cuando también se pudieron ir...
¡SEÑORES IMPERIALISTAS!
¡NO LES TENEMOS ABSOLUTAMENTE NINGÚN MIEDO!
Así proclama el enorme letrero dirigido a la Embajada yanqui,
ya también en ruinas, con el rostro de un Fidel muy leonino,
más fiero que dragón chino...
Dentro de este singular marco, el joven padre y su hija juegan.
Yo veo lo que no ven ellos: su indefensa pobreza,
su ternura, el descomunal letrero, las banderas,
la Embajada roída, el monumento al Maine decapitado
de su vil águila imperial y me pregunto:
¿A dónde iría a dar la paloma que Picasso prometió mandar
para poner en su lugar?
Yo veo el tiempo, ellos sólo ven el mar. Toda la mar
cada vez más hinchada entre las dos Habanas
(aunque no se trate sino de una sola, imponderable, multi-
facética leyenda). Y tanta historia recargándose contra los
muros de la antigua Ciudadela que se vence, se vence
como una barca a la deriva entre las olas.
Primera villa de aquél mi hablar primero que me colma con su
leche de dadivosa madre siempre dispuesta:
Aunque ya no estés te seguiré buscando. Y,
si es que aún estás, la mía: Espérame como a blanca
paloma que viaja en busca de su flor suspiro
–-que, si ya, ni a Capital de la Alegría
ni a Perla del Caribe llegas:
de Capital de la Amistad y el Querendón
no bajas...
V. de B., otoño de 1986
Plantados frente al mar y de ambos lados:
Qué es lo que en ti más me conmueve,
Pueblo,
Si no: esa lágrima ardiente que
Quema tu ojo por dentro--
esa lágrima seca que ya se agotó
de tanto caer, de tanto quedarse
retenida. Suspendida
la lágrima en el ojo que
anega al mar con su mirada,
que añora lo que se fue
(como no sea más que por haberse ido) y,
del otro lado, igual,
la mar que nos separa: la mar de mares y
tanto más que se quedó, inerme,
entre las palmas, entre las algas,
sin pestañar. ¡Querer zarpar y ya!
aún cuando el salado mar con gusto
se lo tragara, junto a tanta juventud
desventurada. (Los más cómplices casi
siempre salen por avión.) Zarpar,
brincar fuera del tiempo,
escapar de esta maldita
crucifixión.
Florida, finales del s. XX y del milenio (sin querer pensar, pero pensando, en lo que falta).
UBI SUNT
Y, ¿qué habrá sido de Cándido, el “Billetero del
Treinta y tres” --entonando algún danzón, cada
otra esquina?
¿O del dulce Caballero de París,
retrato andante de Becquer, flowerchild
antes de tiempo?, ¿o de
La Albina, siempre de negro? ¿o de aquella
otra limosnera, negra ella “de nación”,
que ataba trapitos rojos por donde pasaba
(menos en la puerta de la iglesia, donde moraba)...
Ellos, cada cual, un mundo en sí, ajenos a su
imagen en mi espíritu y, sin embargo,
presentes en mi total apego
a su frágil esencia de criatura.
V de B, Octubre 2/3, 1986
HABANA,
Canibalizada por el sol, la seca,
los destierros...
Por las grandes mudanzas
de cada nuevo desarraigo.
Habana,
Carcomida por los recuerdos:
Por cada vieja y por cada nueva
traición.
Desperdicio del cielo.
Cielo que se opaca poco a
poco. A pesar de tanto sol,
De tanto mar y resaca.
O
no sé si será ya que,
de tanto sol,
la luz,
poco a
poco,
se apaga.
Sin lugar ni fecha…
Lo que el alma busca: plegaria a propósito en cubano…
Una casa que no sea sino un cuartico pintadito de tu color
preferido, tras tu Odisea;
Un cuartico con una ventana por donde entre tu
trocito de cielo, y un poquito de sol, por la mañana.
Una casa bañada de sol por la ventana en medio de la tarde
y, al anochecer, recogido vientre incandescente.
Un cuartico bien chiquito que respire el cielo y las rosas y
donde me vengas a ver bien calladito;
donde recrearme en Dios, de mi Dios acompañada,
para soñar despierta y vagar por el espacio,
entre varios tiempos cortejada...
Un cuartico bien chiquito donde convertirme en nube o
en sirena; donde poder respirar como respiran
los que saben estar …
tranquilos…
una casa, un cuartico, como un lecho donde consumar la
espera
y recoger la cosecha …
donde nos podamos morir al mundo, juntos o
por separado:
un lugar donde, con estar, baste
hasta que de estar, también, nos baste.
Una casa, un cuartico, como una puerta al infinito,
como un puntico que nos de cuerda pa' regresar.
(con agua y luz, con o sin muebles… tranquilo…)
Valle de Bravo, México, c1990.
Mi “Cubana-Kan”
Cómo voy a hablar de “ellos”
Cuando tengo dos hijos que hablan
igual que “ellos”...
Cuando las “entrañas del monstruo”
Un día se me convirtieron
simple y llanamente en
KANSAS...
con sus campos engarzados de
pequeños soles de ojos negros, rutilantes,
bajo el puntilloso pincel de la buena, bella,
vieja, tierna amiga...
Cómo voy a hablar de “ellos”,
recordando a la esmerada Nan
enhiesta como una espiga
–-dulce sostén de aborregados cielos,
ondulantes,
por los que rueda
la dorada marea del trigal:
Patria compuesta
de surcos de tierra negra
donde al fin el cielo un día,
de tan cerca,
Me hizo gustar de aquel pan que,
solo él,
sabe a verdadero
pan...
Centro de su centro:
Mi nuevo “Cubanakán”...
Cubana-kan-mente, en Miami, un 12 de septiembre de 1991.
Patria es…
"El alma humana necesita por encima de todo sentirse arraigada en varios ambientes naturales y comunicarse con el universo a través de ellos. La patria, los ambientes definidos por la lengua, por la cultura, por un pasado histórico común, por la profesión, la localidad, son ejemplos de ambientes naturales. Es criminal todo lo que tenga por efecto desarraigar a un ser humano o impedirle que pueda echar raíces”. Simone Weil
PROYECTO de NUEVO/VIEJO ARRAIGO: Primero, qué es lo que quiere decir P A T R I A:
Patria es un decir solamente, primero y ante todo,
una forma de contar mis sueños, la memoria.
Patria es el silencio que todo lo une, celestial
arraigo en el corazón de mi interior abierto:
un regreso permanente a ese Ser que me espera, quietamente... una cierta forma de decir
el firmamento, mi cielo, tu cielo; mis besos tus besos.
Patria eres tú, mi empeño, y haberte querido inútilmente;
un decir, solamente, y casi todo... es
poder volverte a ver, amor, como un sol que se funde en otro sol: Patria es el firmamento. La estrella. La estrella de Belén iluminándote la frente.
Patria primero para mí fue una ciudad iluminada
(en un lugar del Caribe, de cuyo nombre no puedo olvidarme,
nací, a punto de estallar otra guerra más para
"liquidar todas las guerras"): oh, H a b a n a
habana have a nana Havana chiquita banana
mañana cabana, cubana. (Is there a cubana
inside the cabana? What about a banana
inside the cubana? ):
Érase un país de olores y colores y de sexo, de ritmo y de sudor, de ron y de caderas: lenguas ávidas en la boca del vaso y en el fondo de toda rosa plena, con ese profundo perfume que… ¡exaspera!
Patria era el murmullo de largos pasillos semi-oscuros,
también: el jadeante sudor de una siesta prolongada
más allá de la primera digestión, a la hora de cumplir, al dedo,
con un Eros desbordante y fiero.
Patria es la que se recuerda, la que poseemos en nuestro cuerpo ---más allá del horror--- nuestra memoria, y
aquella singular lucidez del ser que por fin logra sentarse
atónito
frente al mar.
Patria es el mar, la mar... la mar de besos... la que nos
separa,
que es también la que nos une... saber decir y saborear,
esa palabra-caramelo, caramelito, que es... "La mar",
la mer, la mer toujours recommencée: fulgurante cuajadura del sol en las espumas, eternidad recuperada, con o sin Rimbaud...)
Patria es poder volvernos a encontrar, sublimemente a la hora de la muerte, tal como nos soñamos, enteros: No tenerse que
morir a lo pendejo para poder ser; para poder estar siendo
en este bien-amor aquí, antes de ir a dar al otro bien-amor
allá, que nos espera desde siempre y hasta siempre,
pacientemente, sin atreverse a tocar, como un mendigo.
Y, sobre todo, tener patria querrá decir
poder confiarme de que no me dirán qué es o
qué no es, Poesía: poder darme el lujo de todo un cuento
o no dejar más constancia de mi arrebato
que tres letras y una curva sobre el lienzo:
Patria, al fin, es: este poema que me recoge como
un lecho inventado por el espíritu en gestación
--pariéndose a sí mismo por la boca que lo habla, que no es sino la de una solitaria Maga presta a servirle al ciervo calladamente atento, tras la puerta...
Valle de Bravo, c1999